¿Responsabilidad individual o responsabilidad social?
Chile, al igual que muchos países en el mundo, presenta un
aumento en el número de casos de niños con sobrepeso y obesidad. Las cifras
actuales muestran que este problema constituye uno de los principales problemas
de salud pública del país. Nuestro país cuenta con información privilegiada
gracias a la evaluación del peso y talla efectuada a los niños menores de seis
años que se efectúa en los controles de salud de los establecimientos de
atención primaria de salud, así como en las escuelas en el primer año básico.
Estas actividades han permitido conocer el problema, así como observar su
tendencia en el tiempo.
Datos provenientes de numerosos estudios muestran que
variables como la edad, el nivel socioeconómico, así como la región del país,
tienen una enorme influencia en la frecuencia del problema, encontrándose que
en la medida que va aumentando la edad, la prevalencia de obesidad es mayor.
Cuando los datos se analizan por regiones, se encuentra que la obesidad
infantil es mayor en las regiones
extremas del país como Arica y Magallanes y cuando se analiza por nivel
socioeconómico, la mayor frecuencia
aparece en los niños pertenecientes a los quintiles de ingresos más
bajos o sea lo más pobres.
La información que entrega anulmente la Junta Nacional de Auxilio
Escolar y Becas (www.junaeb.cl) muestra que en los escolares la obesidad
alcanzó el año 2006 un 19,4%.
La principal causa de sobrepeso y obesidad en las personas
está determinada por un exceso en la ingesta de energía por sobre el gasto de
ella, mediada por factores sociales,
genéticos, ambientales. Sin embargo, el rápido aumento de niños con obesidad
durante los últimos años apunta a que los factores genéticos no son la causa
fundamental del problema, ya que el patrimonio genético de las poblaciones ha
sido relativamente estable en el tiempo. Por eso, si bien la genética puede ser
importante, el sobrepeso y la obesidad son actualmente la expresión de factores
ambientales inadecuados como son los mediados por una inadecuada alimentación y
la falta de actividad física.
La mayor prevalencia de obesidad en las familias de los
niños obesos reafirma que éstas tienen un rol fundamental en la génesis y
mantenimiento de la obesidad infantil, posiblemente, a través de un efecto
combinado de predisposición genética y especialmente de transmisión de hábitos
de vida.
El cambio del modelo económico en la gran mayoría de los
países, Chile entre ellos, ha contribuido a la modificación de los estilos de
vida, incorporando hábitos que han
modificado la dieta tradicional chilena. Esta nueva forma de alimentarse se
caracteriza por un consumo importante y frecuente de alimentos ricos en
calorías, grasas, especialmente grasas saturadas, grasas trans, sal y azúcares simples. Estos alimentos suelen ser
de bajo costo, de fácil acceso, se anuncian en forma muy atractiva en los
medios de comunicación y tienen atractivas presentaciones que han sido
diseñadas especialmente para los niños. Estos patrones alimentarios, asociados
a una disminución en la actividad física (menor cantidad de juegos al aire
libre, aumento de horas de TV y computador, automatización de la vida) han
permitido que parte de la energía proporcionada por la dieta se ahorre,
contribuyendo al depósito de grasa corporal y al desarrollo de la obesidad.
La obesidad infantil al igual que la obesidad del adulto se
asocia en un número importante de casos de enfermedades tales como
dislipidemias (colesterol elevado), hiperinsulinemia, intolerancia a la
glucosa, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial, alteraciones
ortopédicas (dorso curvo, pie plano y escoliosis), apneas del sueño, exclusión
social y otros problemas como baja autoestima, depresión y desórdenes del
apetito. Todas estas patologías presentes ya en esta generación de niños
determinarán que ellos tengan mayores necesidades de atención médica cuando
sean adultos jóvenes, las que se sumarán a las otras urgentes necesidades en
salud presentes en otros grupos de
población. Inevitablemente los costos en salud irán aumentando y la calidad de
vida se deteriorará aún más por la complejidad que significa el manejo de las
enfermedades crónicas.
El principal desafío para las autoridades sanitarias es el
fuerte aumento en los costos de salud, ya que estas personas relativamente
jóvenes con más de un factor de riesgo crónico necesitarán diferentes y
numerosas atenciones profesionales para tratar de mantener la salud y una
aceptable calidad de vida.